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Tristeza: ¿Cómo ayudar a los niños a gestionarla?

qué es la tristeza en niños

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Cuando los niños se enfrentan con emociones humanas difíciles de manejar necesitan ayuda para aprender a hacerlo. La tristeza es una emoción que está mal vista y que cuando se presenta, rápidamente tratamos de evitarla u ocultarla, sin dimensionar las graves consecuencias que pueden generarse en quien la padece: adultos o niños. ¿Cómo identificamos cuando un niño realmente está triste?¿Está bien dejarlos llorar?¿Cuál es la forma correcta de calmarlos?

Como adultos, debemos ayudar a los niños a desarrollar las habilidades para calmarse, regular sus emociones y llevarse bien con los demás. Es importante que puedan entender qué sienten, aprendan a reconocer sus estados de ánimos y sepan cómo expresarlo en palabras.

Pero, ¿por dónde debemos comenzar? La Psicopedagoga y Profesora de nivel inicial, Noelia Romero nos responde todas nuestras dudas y nos cuenta cómo podemos trabajar la tristeza en el jardín y con las familias

Tristeza: ¿Cómo ayudar a los niños a gestionarla de forma saludable?

¿Qué es la tristeza y para qué sirve?

“La tristeza es una de las 6 emociones básicas. Como siempre digo, no tenemos emociones positivas o negativas, sino que hay emociones agradables y desagradables. Todas son positivas porque todas tienen una función que cumplen a nivel neurológico, fisiológico o nivel social. La tristeza es la única emocion que te sustrae energía. Todas las otras emociones como la alegría o el enojo generan energía y te impulsan a la acción.

En cambio, la tristeza es la única que te quita energía y es normal que así sea. Es necesario porque te ayuda a abandonarte al proceso de duelo. Esto permite recuperarnos, empezar de nuevo y volver a gestionar proyectos, actividades y demás. Por eso cuando uno está triste siente que no tiene ganas de nada y que quiere estar solo”.

Educación Emocional: los momentos de tristeza más comunes en el jardín

“El objetivo de la educación emocional, sobre todo en los niños, no es que reprima, o “controle” las emociones. Sino que el niño aprenda a gestionarlas de una manera saludable. Es decir, que esas emociones puedan salir de una manera sana, sin hacerse daño así mismo ni a los demás.

Que el niño le pueda dar un nombre a esa emoción y que la pueda canalizar, lo que le va a permitir posteriormente gestionar habilidades sociales como ponerse en el lugar del otro, empatía; comunicarse de una manera calmada, lo que llamamos asertividad; entre otras.

La tristeza aparece sobre todo en el jardín de infantes, por ejemplo en casos muy comunes cuando fallece un familiar muy querido, cuando se muda de casa, se cambia de escuela y tiene compañeros nuevos, cuando se pierde o muere una de sus mascotas o también cuando pierde su juguete favorito.

Aparece cuando los papas se pelean, se separan, o cuando uno de los papas deja de cumplir su rol. Y se presenta, más fuertemente, cuando pasamos de un nivel a otro, sobre todo en el paso del jardín de infantes al primer grado.

A los niños le genera muchas emociones encontradas ese cambio y una de ellas es la tristeza. Tristeza porque extrañan al jardín, sus compañeros, a su seño, a sus papás.

Eso no está mal ni bien, es un proceso de cambio y cada niño lo lleva a su manera y como puede. Pero ¿Qué hacemos los adultos, que rodeamos a ese niño, para ser mediadores y ayudarlo a gestionar sus emociones de manera sana?”

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¿Cómo ayudar a los niños a gestionar la tristeza y qué acciones debemos evitar ?

“Lo importante, cuando aparece la tristeza, es ayudar al niño a darle un nombre. El concepto correcto sería “validar la emoción”.

¿Cómo? diciéndole “veo que tienes los ojos tristes”, “veo que te sientes un poco cansado, que tienes ganas de llorar”; preguntar “¿qué puedo hacer para que te sientas mejor?”, “¿estás triste porque extrañas el jardín?”. Así, le damos un nombre y además validamos su emoción.

¿Qué quiere decir validar? Evitar comentarios como “no llores más, tenes 6 años”, “mira, ya pasaste a primer grado, sos grande”, “mira tu hermanito como no llora”. Con estas frases, le estamos diciendo al niño que llorar está mal, que ponerse triste está mal y le enseñamos a reprimir esa emoción.

Lo valioso, entonces, es hacerle notar que es importante su emoción. Por otro lado, también tratemos de evitar, ese intento de los adultos de “salir al rescate”. “No, no llores, no llores, tomá este caramelo”, “no llores, mira te presto el celular”.

No queremos que el niño sufra, que el niño llore, entonces tratamos de tapar esa tristeza con un montón de tapones, golosinas, celular, salidas, que no son buenos porque nuevamente le estoy diciendo al niño que llorar está mal y que eso hay que taparlo como sea”.

Juegos y actividades para trabajar la tristeza

Juegos y actividades para trabajar la tristeza

Emojis

A la entrada del jardín cada niño puede poner su nombre en el emoticon de la emoción (que podemos armar con cartulinas). El objetivo es crear un espacio de contención y de escucha activa. Cuando el niño cuenta por qué se siente triste, no darle una solución, no salir al rescate, sino validar su emoción.

La caja de la calma

Armamos una caja con varios elementos que nos generen paz, tranquilidad. Por ejemplo, mandalas para pintar, una almohadita con un aroma agradable, piedritas, un reloj de arena, musica relajante ¿para qué? para que el niño cuando se sienta triste pueda abrazar esa almohadita, pueda dibujar, canalizarlo a través del arte, hacer actividades de relajación con el cuerpo. Todo lo que creamos necesario y útil para que ese proceso de duelo lo pase el niño de la manera más calmada posible.

Anclas

En Programación Neurolingüística (PNL) recurrimos a lo que se llama “Anclas Emocionales”. Se trata de estímulos, mentales o visuales, externo o internos que me generan una emoción o que me llevan a ella. Por ejemplo, la foto de la familia, que cuando estoy triste la abrazo, tengo un amuleto. Podemos armar otros amuletos como estrellas, con el nombre de cada niño y en cada punta, una virtud. Los niños puede decirle a su compañero lo bueno que tienen, lo positivo. Entonces, se convierte en un amuleto que me da energía, me da fuerza en momentos difíciles. Por otro lado, podemos escribir cartitas o mensajitos a nuestro compañero que está triste.

Juego de cartas

Con tarjetas de colores podemos preguntarle al niño que color le parece que tiene la tristeza. Trabajamos las emociones con un tono lúdico, de eso se trata la educación emocional. Le preguntamos al niño ¿Te parece que tiene amigos la tristeza?, cuando llueve ¿las nubes están tristes?, ¿donde sera que vive la tristeza?. No todos los niños pueden hablar, no todos pueden decirte estoy triste por esto, porque se murio mi perrito, etc. A través de este juego de cartas con preguntas imaginarias, le vamos dando un contenido a la tristeza y vamos teniendo información de que está poniendo al niño triste y así lo podemos ayudar a sacar lo que sucede afuera para que el pueda gestionarla.

Cuentos

La literatura es fundamental para los niños. Estos cuentos deben ser muy bien seleccionados. Una de las autoras que recomiendo porque lo trabajo todo el año en el jardín es Ana Llenas. Por ejemplo su libro “vacíos”, trabaja el duelo y la sensación de la tristeza. Primero leemos el cuento y luego trabajamos con diferentes actividades gráfico-plásticas, con dramatizaciones, con canciones de cómo a veces vamos tapando ese vacío con tapones que no son correctos y hasta peligrosos. Al final, identificamos nuestros tapones y buscamos cuáles deberían ser los adecuados.

El amor

Fundamental es el amor, la empatía, el posicionarnos a su altura para hablarles, el cariño, la mirada tierna. Dejar de lado los estereotipos como el “llorar es de nena”, “ya sos grande”, “no paso nada”, “mira como tu compañero no llora”. Trabajar en el centro y con las familias en conjunto.

Conclusión

Abordar la tristeza como una emoción positiva empieza con el reconocimiento de las emociones en general. En Cuaderno Rojo promovemos importancia de la educación emocional desde la primera infancia a propósito de generar espacios de aprendizaje cálidos, colaborativos y empaticos.

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